Poemas


Un tango por las mañanas


Será un juego esta vez,

seguramente no comprendás.

Vos estás ahí, merodeando mi silencio,

preguntando por mis desgracias.

Quizá no salgás al camino,

estarás sentado junto a la calle

dejando que las horas se duerman

y se burlen de tu sombra.

Yo estaré aquí por las mañanas,

escuchando un tango…

será perdonado en el cielo,

después dormirá como siempre.

Las rosas del primer verso

son tan monótonas que irritan

mi canción,

vos sos la primer rosa de las que hablo.

Solamente espero

que mi farmacia se abra,

la pobre descansa un poco

para no seguir entendiendo mis lágrimas.

Todo debe ser una farsa,

definitivamente estaré aquí por las mañanas,

podés visitarme, si querés me das un beso

yo no haré nada, bailaré mi tango,

escribiré de ventanas

y simples sensaciones.

Entiendo el terror que te abriga,

he de enterrarme sola

en esta simple habitación.

Tendré un amanecer genial,

miraré los cristales del cielo

e iniciaré mi sueño:

un caminar musical

con rosas nuevas que guardaré

mejor que el viejo tango

con el que duermo y me levanto.

Shirley Romero





Soledad sola


Estaba en cualquier estación

con tres fatalidades en las manos.

Siento un segundo de mar

y un poco de búsqueda

a la soledad.

Ahora tengo carruseles

mejores y peores con ojos de color

distinto, un violeta de corazón

escapando a cada paso.

Tengo una angustia silenciosa,

estoy en la esquina, ahora te logro mirar,

he cambiado por bien, por tu bien.

Rondé por los cafetines, hoy tendré

un aire grotesco, tocaré tus manos

como en los fines de semana.

Una forma de aclarar mi vida es diciéndote

que estoy sola, en una habitación

de diez mil paredes, tres puertas

y todas incorrectas.

No me temas por esta vez,

solo quiero una respuesta

para todas mis preguntas, ya se fueron

las respuestas anteriores

y no recuerdo nada.

Las auroras hicieron mi vestido esta vez

mientras seguía en la estación, me importa

lo que busco, soledad de mis pesares

y una mar de perlas negras, mírame

de nuevo y corro con penas grandes,

mira mis penas, te daré dos amapolas

y dejaré tu soledad en paz.

Shirley Romero



Seguir despiertos



Estuve sentada en la esquina de un sol negro,

terminé junto al rostro de papel que me enviaste.

Ahora estoy a tu lado entre olvido, la lluvia sigue siendo

mi espejo y tu sonrisa se mezcla con la desgracia

del café a esta hora: tres de la tarde, amargas

heridas que ambos llevamos entre manos.

Llevo el licor de sangre que guardamos en las noches,

cuatro gotas de voz y campanas de sal.

Sigo sin entender el coro que van dejando las flores

marchitas de luz.

Sigo fúnebre, entre besos de balada, mariposas de tango,

cartas de lunes y los cigarrillos que en las noches apagas con al mano.

Esta ingenua forma de llorar juntos hace que pierda la paciencia

que llevo atada a los ojos.

Quizá sea ese sol que te comenté al principio o alguna manera

de seguir pintando cielos en la pared, escuchando las voces

de la música que bailan en aquel salón, deja eso para después,

esto es solo imaginación que va en trenes de un mundo real.


Shirley Romero




Ceremonia de espejismos



Continúo en el sótano con una afonía en las entrañas,

recuerdo tenerle al lado, mi derrame de pensamientos

se iba acercando más y más a la pérdida de la desgracia.

Puedo estar segura de que mis pies adquirirán una dosis

de felicidad, esa rotunda ceremonia de espejismos

va rotando mis neutrales ideas, puedo ingerir

una taza de perdón y aún así me siento culpable de mis angustias.

Esas noches sentía aflicción envuelta en pesadumbre,

quería escapar hacia un más allá de un allá

y debía estar entre cuatro paredes que me iban desolando

cada minuto más y más hasta convertir mis agallas

en desamparos.

Por última vez puedo sucumbir mi desprecio

hasta otro mundo y dejarme llevar por la vida o la muerte,

alguna de las dos me escogerá, lo único que necesito

es salir de esta burbuja de cristal irrompible.

Shirley Romero



Poema nocturno


Sin querer miré al lado de la calle,

me gusta tener un libro

y tres estrellas en el cuello.

Iba tragando parte del aire,

lloraba olas, recuadros de papel,

luz de ojos y frío de manos.

Tenía una música de presagios,

soledad de noche,

tan solo quería subirme a una cama

y soñar con bailar un vals.

Despertar en mi habitación de una forma

distinta en mi imaginación,

encontrar dioses perdidos entre las escaleras,

buscar un mundo real, ser feliz y vivir en astros

de fuego,

tener flores muertas en un cristal roto,

hacer que en el paraíso llueva y verlo desde el alba.

Dejé que la lluvia se burlara de mis ojos,

aunque tuviese un concierto de violetas

y relámpagos negros.

Estando de pie pensé en la vida,

me quedé sentada, nocturna de vida en soles,

puedo asegurar que la soledad y los tatuajes de dolor

toman un color rojo de sangre nueva,

no importa que el cielo no se vea,

solo importa que la noche sea de verdad

y el día sea artificial para acabar y respirar miedo.

Shirley Romero



Silencio infructuoso


La pared está cubierta por tu aroma,

esta vez un aroma a soledad descontrolada.

Vestiré este día un vestido negro

como si fuese domingo y dejando pasar

las horas mientras mi retorno descansa

en la cama y mi cuerpo posa sin aliento

en la pared te dejaré hablar.

Estaré mirando aquellos libros de sal

que guardabas en el parque,

junto a la candela roja que tanto escondías.

Este recuerdo te lo dejaré junto a la fuente

donde podíamos ver las estrellas bañarse

algo inquietas en ella.

Regresaré antes de que las auroras derramen

pétalos de abril en mi suelo.

Ten presente que mi furtivo silencio

estará acompañando tus malos y buenos

momentos, sirvo más en los malos porque siempre

guardo ese silencio que va guardando

mis propios pesares al llorar.

Quisiera que te lleves de mi muerte lo mejor,

que la guardes en la voz y dejes una silla abandonada

en mi infranqueable habitación hasta que puedas entrar y sentarte

ahí esperando que mi suave suspiro tome asiento

y se permita hablar consigo misma.

Me encontraré en algún momento de rigurosa

desolación donde tus manos sean mi paz

y mi mirada pueda ser leída por el sollozar del alba.

Corresponde mi llamado esta vez, seguiré intranquila

hasta que tu corazón haga un camino y talvez el mundo

no sea tan grande y tal como lo imagino cruzar de frente

con el dolor y cantarle día a día.

Me enfrentaré a la vida y con mi rostro iluminado te dejaré

partir hasta no verte en mi camino y ese aroma a soledad

se impregne hasta que el cielo se muera en mi pecho

y tus lágrimas se vuelvan ingratas ante la desgracia

que has marcado en el camino de mi silencio infructuoso.

Shirley Romero



Fandango del tango


Solamente veía las gotas de luz caer,

un tango del sur, un gitano con piano

y manos sin saber tocar.

Gente tentativa entre veneno de silencio,

seguía tomando mi café en la escuela

de mi casa, (mi habitación).

Habían ángeles de vez en cuando

en un fandango total, podía sentir

el canto del tanguista, de verdad

sentirlo entre venas, no por ellas

sino entre ellas, como un baile silencioso

pero lleno de fuego.

La luz seguía durmiendo en mi cama,

clamaba oscuridad para sobresalir,

yo la veía con mi vestido negro

y la simple rosa posando en mis labios,

bailando, sintiendo una pena en el pecho

por mi frágil soledad.

Entiendo que solo es un tango,

una canción de travesías, un pequeño muelle

de besos translúcidos y una vela intensa

desde el fondo de mi habitación.

Hoy logro sentir esa sensación de alivio,

ese látigo en el corazón y un murmullo

de sal en el centro de la rosa,

estoy aquí mirando por la ventana,

soñando con mis manos paseándose

por el aire mientras el fandango del tango

se va intercalando en mi cuerpo.

Shirley Romero


Ciega


He visto tus labios,

copas de sangre, quietud y silencio.

Pude mirarte a los ojos,

piedras fuertes de azul turquesa.

Me atreví a tocar tus manos,

hojas de poeta como luces de noche.

Tantas veces te noté pasar entre álamos,

junto a la nada, llevando mi todo.

Arrebataste de mí el aliento neutro de la vida,

borraste el paisaje de mi mente,

un paisaje libre, eterno.

Tanto tiempo sin habla me ha llevado a pensar así:

Puedo seguir viviendo entre notas musicales sin sonido,

llorar al viento sumergida en oscuridad,

germinando mi voz mientras trago cristales.

Shirley Romero



Al otro día


De verdad, esta vez no me detendré,

contesta mi pregunta que muero

por la verdad que está debajo de tus pies.

Tengo de nuevo esa magia de insomnio,

verte en las noches, sentir que estás

a mi lado, mirándome de cerca

pero sentirte lejano, no poder

rozar mis manos por tu rostro.

Definitivamente esta vez no diré: “¡Alto!”,

lo he dicho tantas veces y hoy

deseo decirte la verdad de una forma

eterna, mientras el día que viene

se va antes de venir y mis ojos

se vuelven dos crepúsculos que mueren.

Shirley Romero




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