Una foto y un sombrero

Lo miraba desde el otro vagón, pensaba que si fuese más lista cruzaría a preguntarle quién era. Estaba ahí, mirando el cristal entre precipicios y aquellos horizontes de montañas azules y negras. Yo escuchaba “Nocturno en sol” cuando volteó la mirada, jugué con mi timidez y la engañé por completo, supe amaestrar esta vez el silencio que cargo día a día.

Llegué hasta la última estación, esperé a que bajara y lo miré con detenimiento mientras mi vestido combinaba el paso con el vuelo de las golondrinas, él me miró y yo notaba cierta cizaña al mirarme, definitivamente quería hablarme, me bajé y esperaba a un amigo que no veía desde la infancia, teníamos largas décadas de no vernos…no lo reconocería solamente porque me dijo que llegaría con un sombrero parecido al de Shakespeare en una foto que ambos conservábamos. Él se puso de pie a mi lado, me miraba muy encaprichado con mis ojos, los pobres son tan tristes que llaman la atención, tenía un traje negro y una camisa blanca como si fuese a casarse, su corbata era un tanto elegante y mi vestido también le hacía juego, llevaba una rosa blanca en la mano y se veía un tanto triste, quizá desesperado por la tardía de alguna persona a la cual esperaba, supongo que ella no vendría como él lo pensaba, se sentó y me senté sin hablarle, entre una mirada desprevenida y otra noté el sombrero de Shakespeare, sí, el de mi foto y la foto de Nicolás (mi amigo, el cual estaba tardando mucho), la misma foto con la que nos despedimos, la compartíamos por correo, él me la enviaba en cada carta y lo mismo hacía yo, así que teníamos cuatro cartas al mes, carta por media nos enviábamos la foto, él una semana yo la otra y así seguidamente. Esa semana la tenía él, así que llegaría con la foto y el sombrero. El hombre seguía a mi lado, al rato sacó una foto del sombrero, la miró, sollozó y noté a Shakespeare, el tren había vuelto, nosotros seguíamos ahí y cuando él se levantó, con agallas, lo miré y le dije: -¿Nicolás?- él me miró y echó a llorar sin decir nada, caminamos sin hablar, nos sentamos en la estación, ahora estoy aquí en el tren con la foto en mis manos y escribiéndole una carta a Nicolás.

Shirley Romero





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