He visto tus labios,
copas de sangre, quietud y silencio.
Pude mirarte a los ojos,
piedras fuertes de azul turquesa.
Me atreví a tocar tus manos,
hojas de poeta como luces de noche.
Tantas veces te noté pasar entre álamos,
junto a la nada, llevando mi todo.
Arrebataste de mí el aliento neutro de la vida,
borraste el paisaje de mi mente,
un paisaje libre, eterno.
Tanto tiempo sin habla me ha llevado a pensar así:
Puedo seguir viviendo entre notas musicales sin sonido,
llorar al viento sumergida en oscuridad,
germinando mi voz mientras trago cristales.
Shirley Romero