El fuego avanza entre mis venas,
miro despacio y me detengo
a escuchar el mundo.
Estoy de pie mirando hacia abajo
pero mi frente sigue en alto.
Quizá una tarde hiciste bajar mi alma,
quizá golpeaste mi camino
y ayudaste a que cayera al fondo
y al tocar ese fondo pude devolverme,
mirarte a los ojos y repudiar
tu hipocresía y entre dolores de angustia
trazarte una línea en el corazón.
Ojalá pudiese tenerte en frente
y poder amarte como todos esos amaneceres
que pude hacerlo.
Aunque si lo pienso un poco
quisiera tenerte en frente
y no llorarte sino hacerte morir mientras yo viva.
Tú y tu maldita hipocresía
ya no son nada en mi mundo,
ese paraíso que alguna vez prometiste
será historia de papel,
algo roto como basura
porque te has vuelto en el mundo
una roca débil haciendo a las rocas fuertes
trozos de polvo
pero hoy me pongo en pie,
te miro y acabo deseándote una buena vida
porque mi viaje acabó aquí.
Shirley Romero